miércoles, 25 de diciembre de 2013

La leyenda del samurái: 47 ronin


Con un poco de expectación (aunque mayormente negativa) hoy he alimentado mi cabeza con "La leyenda del samurái: 47 ronin". Y si, la expectación era más bien negativa, y esto se debe a varios motivos:

1- Producción y dirección americana (que no os engañe Walter Hamada, lo suyo es el terror más típico americano) para una película de raíces japonesas: mi sentido japónico me dice "¡alerta! ¡grandes posibilidades de esperpento!".

2- ¿Qué podría pintar Keanu Reeves entre 46 japoneses en el Japón feudal? Altas probabilidades de ver como un occidental es el puto amo y deja en ridículo a los otros 46 samuráis durante una hora y 50 minutos.

3- Y aún más escalofriante que la anterior... ¿QUE COJONES PODRÍA PINTAR ZOMBIE BOY EN UNA PELÍCULA DE SAMURÁIS DEL JAPÓN FEUDAL?

4- ¿Seriously? ¿Extranjeros plasmando el Japón feudal? Sé que me repito del motivo número uno, pero, ¿Seriously?.

En fin, que hoy me dirigía al cine con esas ideas en la cabeza, dispuesto a despotricar horrores aquí, en mi primera entrada en mi blog, pero resulta que voy a empezar mi blog metiendome la lengua en el ano.

Hoy, he tenido más de un orgasmo visual. Y si, voy a empezar hablando de la fotografía, porque en este tipo de japoamericanadas (¿o americanadas japonizadas? ¿japonadas americanizadas? el aliento de mi gato huele a comida de gato) hay altas probabilidades de que me ocurra. El vestuario, así en general, ha sido acertado, es decir, era armónico y tal, aunque fiel, fiel, lo que se dice fiel... en general la caracterización (peinados, maquillaje, vestuario...) ha sido medianamente acertada, pero con grandes patazos como puede ser el samurái con peinado de Skrillex, la hija del señor feudal con rizos de acabar de salir de la peluquería del siglo XXI y coger el próximo tren del tiempo, y más de un traje de este mismo personaje que tenían unos toques muy ladygagescos, entre otras cosas. Los planos y los escenarios han sido una pasada también, aunque más de una vez he dudado si estaban en Japón o en la Tierra Media, pero tiene un pase, especialmente por el buen sabor de boca que deja el plano final, con el puente, la pagoda de fondo, la torii en el agua, la vegetación y los colores del cielo. Exquisito.

La banda sonora también me ha parecido bastante destacable, al principio llegué a pensar que era de John Williams (Memorias de una Geisha, Star Wars...), pero no nos engañemos, no llega a ese nivel.

Al parecer el reparto goza de grandes actores sacados de películas dirigidas por el gran Kurosawa, y a la vez se mezclan con actores contemporáneos consolidados (nuestro amigo Keanu) y con estrellas emergentes como Rinko Kikuchi. De esta última voy a detenerme a decir que me está sorprendiendo mucho como actriz. La he visto hasta ahora en tres películas (ésta, Pacific Rim y Tokio Blues), en las tres ha hecho papeles totalmente diferentes, y en las tres lo ha bordado. Al parecer en Japón está bastante consolidada, con más de 30 películas y alguna que otra serie a sus espaldas, pero en cuanto al mercado internacional Kikuchi se está empezando a vender, y lo está haciendo muy bien.

La historia está bastante bien, no cojea demasiado y el avance lleva un buen ritmo y te hace permanecer atento durante el transcurso de la película. Digamos que no me parece demasiado sacrílega, incluyendo la aparición de Tokugawa y Zombie Boy en la misma película.

En conclusión le pongo un 8.

Eso es todo por hoy, espero animarme a escribir reseñas de otras películas y de más contenido audiovisual en general pronto, y no quedarme sólo en contenido técnico como en ésta.

¡Un saludo, cinéfilos!